Acabo de ver una película dirigida por Francis Coppola llamada "La conversación". La película es de esas que te dejan sensibles a todo. Me gustó mucho que el recurso fundamental en el que se apoyaron fue el audio. Casualmente he estado pensando en estos días que los sonidos y la música son un elemento importantisimo de las tramas.
Visualmente los zooms y los desplazamientos de cámara le dieron un dramatismo excepcional a la obra. Pero como yo no se de cine sólo quería llamar la atención en un punto que me pareció importante y poco tratado en las críticas que estuve leyendo, me refiero al derecho a la privacidad y como éste es un valor social y humano que aporta seguridad psicológica al individuo.
Recordé las aportaciones de Giddens relativas a la seguridad ontológica que la cotidianidad aporta al ser humano y como esta intromisión a nuestra vida privada puede desatar un crisis.
Aquí un trailer de la película, el link a cuevana para verla completa en MUY ALTA CALIDAD, una crítica publicada en filmaffinity que fue la que me pareció mejor y algunos videos de lo que consituyó el score de la misma.
Trailer
LINK PARA VER LA PELÍCULA ON LINE EN ALTA CALIDAD
http://www.cuevana.tv/peliculas/3759/the-conversation/
CRÍTICA:
Hablan los efectos de sonido (un homenaje a Walter Murch y Francis Ford Coppola)
1) Cine y espacio
Señala José Manuel García Roig, en su libro ‘Mirada en off (Espacio y Tiempo en Cine y Arquitectura)’ la distinción que hace Manny Farber de los tres tipos básicos de espacio que encontramos en el cine, a saber:
- El campo de la pantalla
- El espacio psicológico del actor
- El área de experiencia y geografía que abarca la obra cinematográfica
Pues bien, a mi entender, ‘La conversación’ es uno de los más acabados y cumplidos ejemplos de buen uso del segundo tipo de espacio. No podemos evitar la sensación de que continuamente hay algo o alguien que vigila, dentro y fuera del encuadre.
Desde el zoom inicial hasta los planos de la casa desollada, sentimos en la piel la claustrofobia.
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2) Diálogos vs. Efectos de sonido
Todo sucede a través de los oídos de Harry Caul (Gene Hackman). Los sonidos nos ayudan a reconstruir la realidad subjetiva del personaje, cuyo punto de vista nunca se abandona, tanto si lo que vemos queda al alcance de sus ojos como si no. Ahí está el milagro de la cinta.
Mediado el metraje, “la película se vuelve muy parca en el uso de los diálogos. Creo que eso induce al espectador a escuchar los sonidos como si se tratara de palabras. Es decir, empieza a buscar significado en la banda sonora porque no hay palabras «en primer plano» que le distraigan. No hay gran diferencia entre los efectos de sonido de la primera mitad y los de la segunda. Lo que sí es diferente es la evaporación gradual del diálogo, que al final queda reducida a «la conversación» en sí y a los efectos de sonido.”
Esa manera magistral de concebir los aspectos sonoros de la historia, recuerda vagamente a lo mejor del dúo Lynch-Badalamenti.
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[No desvelo nada de la trama en el spoiler]
spoiler:
3) Harry Caul vs. HGW XX/7
El nombre del protagonista es fruto de una errata. En principio, Coppola quiso llamarlo Harry Caller (como homenaje al Harry Haller de ‘El lobo estepario’); después, se decidió por Harry Call pero su secretaría escribió «Caul» (membrana amniótica) en vez de «Call» (llamada). Este equívoco “proporcionó a Francis una metáfora visual para la película, la de un hombre que siempre lleva una gabardina traslúcida, prenda que recuerda a una membrana amniótica, y que se oculta tras una cortina de plástico o de una mampara de vidrio esmerilado cuando se ve amenazado o cuando algo malo va a ocurrir… Francis hace que Harry deletree su apellido en varias ocasiones para que nos quede claro.”
Al ver, hoy en día, ‘La conversación’, es difícil no pensar en la celebrada ópera prima de Florian Henckel-Donnersmarck, ‘La vida de los otros’. La diferencia entre ambas cintas radica en la profundidad con la que ambos directores abordan el tema del profesional de las escuchas y su posición moral frente al trabajo y frente a los sujetos sometidos a su vigilancia. Ambos parten de la neutralidad más absoluta, muy bien caracterizada por una puesta en escena aséptica e impersonal, auténtica prolongación de la psique del personaje-espía.
A mi juicio, Coppola, merced al enorme talento de Walter Murch como montador de sonido, consigue penetrar mucho más hondo. Henckel-Donnersmarck apenas profundiza. La visión que ofrece del escuchador es digna y epidérmica: no vemos ni sentimos su interior.
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4) Noches sin luna
Aun a riesgo de quedar como un incorregible gafapasta, he de recomendar muy vivamente un libro excepcional: ‘El arte del montaje (una conversación entre Walter Murch y Michael Ondaatje)’. De él proceden los fragmentos que cito en el presente texto.
Ya veréis, es pura cinefilia.
“Uno se fija más en las estrellas en noches en que no hay luna. Cuando brilla la luna, lo único que se ve es la luna. El diálogo es la luna, y las estrellas son los efectos de sonido.”
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SCORE
No son los artistas originales, sólo los temas.
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