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09 enero, 2011

Opinión pública y democracia. Dos miradas: El modelo normativo de Habermas y el modelo psicosocial de Noelle-Neumann.

En esta lectura se analiza el concepto de opinión pública relacionado con el de democracia desde dos puntos de vista: el modelo normativo de Habermas y el modelo psicosocial de Noelle-Neumann.

Ambas perspectivas explican este fenómeno de manera distinta. Habermas afirma que la opinión pública se forma o más bien se debería formar en un proceso racional de consenso social. Una opinión pública formada de esta manera garantiza la democracia en una sociedad.

Por su parte Noelle-Neumann no cree en la existencia de la opinión pública en si, sino que la entiende como una reacción del control social que se ejerce sobre las masas. Los individuos tienen miedo de aislarse socialmente y por eso se unen al pensamiento que aparente ser mayoritario. Quienes no piensen de esa manera simplemente guardarán silencio para no quedar solo ante la sociedad.

Los cuatro conceptos básicos de esta teoría son:

1.- La sociedad amenaza a los individuos desviados con el aislamiento.

2.- Los individuos experimentan un continuo miedo al aislamiento.

3.- Este miedo al aislamiento hace que los individuos intenten evaluar continuamente el clima de opinión.

4.- Los resultados de esta evaluación influyen en el comportamiento en público, especialmente en la expresión pública o el ocultamiento de sus opiniones.

Una vez que se deja en claro el concepto de opinión pública a partir de estas dos perspectivas, la autora procede a relacionar este concepto con el de democracia y nos indica que hay dos tipos de democracia, la directa y la representativa. Ambas siempre se han puesto en pugna pero en realidad ambas tienes sus ventajas y sus desventajas y su adecuado uso también depende del tipo de sociedad en que nos encontremos.

La democracia directa requiere que la unidad democrática en cuestión no sea muy amplia y que el número de asuntos por decidir sea menor. Los individuos participantes en una sociedad no pueden todos estar tomando todas las decisiones siempre, pues sería impráctico. Por otra parte la democracia directa requiere información amplia de todos y cada uno de los asuntos a decidir, información que no poseen todos los ciudadanos y no deja de señalar que los medios masivos de comunicación no han contribuido mucho a la politización de las masas.

Por otra parte la democracia representativa tiene la desventaja de provocar la sensación de lejanía entre el ciudadano y sus gobernantes. Además también puede crear una élite de quienes toman las decisiones.

Las democracias representativas pretenden hacer valer el fenómeno de la opinión pública como el instrumento para legitimar sus actos. Pero creer esto no es más ni menos que engañarse porque opinión pública y sondeos de opinión no son lo mismo. Los sondeos de opinión no sólo recaban opiniones sino que también las interpretan.


Además, esta tendencia a encuestarlo todo, cierra el camino al debate público y de esta manera se sintetiza todos los valores sociales.

En la lectura se deja ver una preferencia por el modelo de Habermas que parte de una teoría crítica de la sociedad y donde se subraya que no todas las corrientes de opinión son públicas, sino que acaso representan la opinión del grupo que la emite. La opinión pública no debería ser el eco de voces dispersas que aglutinan la reivindicación de grupos específicos, dado que su discurso no estaría persiguiendo un asunto de interés general sino la resolución de una problemática concreta.

La función de la opinión pública de legitimar el dominio público debe darse por medio de un proceso crítico de comunicación sustentado en los principios de la argumentación y del consenso racionalmente motivado.

Esto es concebir a la opinión pública como el resultado de un proceso de debate y consenso racionalizado y consensuado.

Opinión pública y democracia. Dos miradas: El modelo normativo de Habermas y el modelo psicosocial de Noell...

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