Pese a ser considerado por casi todos como el padre de la filosofía, Sócrates (470-399 a. C.) no escribió ni un solo libro. Lo conocemos de segunda mano por lo que otros escribieron sobre él.
Nació en Atenas (Grecia) en el siglo V a. C. Destacó como soldado en una de las muchas guerras que libró Atenas, para luego convertirse en un personaje peculiar de esa sociedad. Conversaba con cualquiera que se cruzara en su camino, especialmente con los jóvenes de la ciudad. Al contrario que los sofistas (profesores que recorrían el país cobrando por enseñar a los jóvenes retórica y otras habilidades políticas), él lo hacía gratis, y lo que es aún más importante... ¡aseguraba no tener nada que enseñar a los demás! Sócrates decía no saber
nada, de forma que si se consideraba más sabio que otros era únicamente por ser consciente de su ignorancia.
Casi todo lo que sabemos sobre él se lo debemos a uno de sus mejores discípulos, Platón (h. 427-347 a. C). Muchos expertos creen que algunos de los primeros diálogos platónicos constituyen la representación mas exacta del Sócrates histórico y de su forma de concebir la filosofía. En estos diálogos, por lo general Sócrates se encara a un conciudadano que dice conocer algo (por ejemplo, la naturaleza de la justicia), demostrándole a continuación que en realidad no sabe nada.
Sócrates fue juzgado en 399 a. C. por corromper a los jóvenes atenienses con sus enseñanzas. Durante este proceso (que Platón inmortalizó en su diálogo Apología), el filósofo hizo su famosa aseveración de que la existencia no vale la pena si no es para cuestionarla. Se declaró inocente, pero fue condenado a muerte. Se le obligó a ingerir cicuta. Pasó sus últimas horas hablando de filosofía con sus amigos y admiradores, unas conversaciones que Platón registró de una forma conmovedor en su diálogo Fedón.
Tomado del libro: "365 días para ser más culto" de David S. Kidder y Noah D. Oppenheim
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