Ser soberbio y tener soberbia son cosas opuestas que, sin embargo, está una en la frontera de la otra. Ser soberbio o soberbia es ser una persona magnífica o grandiosa. Por ejemplo, decimos “¡Es una bailarina soberbia!” si queremos expresar las enormes habilidades que tiene una mujer en la danza. Pero la palabra también se refiere a las personas que tienen soberbia o se dejan llevar por ella. Eso es lo que dice la Real Academia Española (RAE). Una persona que tiene soberbia es aquella que siente placer y se envanece contemplando sus propias virtudes y haciendo menos las cualidades de los demás.
Hace unos días un adulto intentó corregirme la ortografía de un texto que elaboré. Pronto le hice ver su equivocación citándole la regla de la RAE. No le importó y siguió señalando los mismos “errores” en las palabras que estaba aplicada esta regla mientras revisaba hoja por hoja el dichoso documento. Hasta que dejó salir su tradicional sonrisa burlona. Yo, en respuesta repetí y expliqué la misma regla, una y otra vez, una y otra vez.
Un hombre que tiene soberbia es aquel que es incapaz de aceptar que no lo sabe todo. Un hombre con soberbia es el que no quiere reconocer que una profesionista, mujer, con menos edad, con menos jerarquía y sin doctorado, pueda tener las mismas o más competencias que él.
Aquí la dichosa regla de la RAE.
